Un zumo de piña y un croissant.
Al pagar se acerca a la máquina y saca un paquete de tabaco.
- ¿Quieres que descapotemos el coche?
- Sí porfa.- Yo siempre tan inocente.
Seguramente para presumir de coche, lo abre a 70 metros de distancia. Lo doy un golpe con la mano en su hombro como diciendo..."para", riéndome de él. Jesús no sabe a lo que me refiero, quizás es culpa mía y le ha salido sin querer.
Entramos y nada más meter la llaves, ya estoy yo apretando el botón para quitar el techo.
Al salir de la gasolinera se coloca un cigarro en la boca. Al tener los labios secos, se le queda pegado, sin necesidad de sujetarlo. Mientras se lo enciende me ofrece uno.
Odio que fume, pero he de confesar que está guapísimo cuando lo hace. La verdad es que le doy un punto a favor a todos los hombres que fuman, pero contrarrestan algunos efectos.
Yo no le hago ascos al cigarro. Alcanzo el bolso y saco un mechero que le regalaron a mi padre el otro día los del gas. Ay cuando se entere de que yo fumo...
- ¿ Te lo guardo?- Le abro el bolso haciendo ademán de que puede dejarlo ahí.
Lo deja temiendo no poder volverlo a coger cuando le plazca.
Me asomo a los asientos de atrás y cojo el sombrero, me lo pongo y hago igual con las gafas de sol.
Enciendo la radio y empieza a sonar "I'm yours".
El humo de nuestros cigarros desaparece quedando tras el coche.
El sol nos da de lleno en la cara y el viento empuja nuestras manos cuando las sacamos para tirar la ceniza.
Cualquiera diría que protagonizamos el videoclip de Jason Mraz.
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