Por fin oigo que el grifo se cierra.
- ¿Puedo entrar?
- Puedes.
Le veo sonriendo, como si se estuviese burlando de mi por haberme quedado veinte minutos en la puerta sentada esperándole.
Lleva una toalla blanca alrededor de la cintura. Con otra más pequeña de color azul (porque no tenemos ni para un juego de toallas) se seca el pelo.
Me salpica aposta el cabrón.
- ¿Pero tú eres tonto chico?
Se ríe.
- Sabes que me amas. - Dice el chulo. Prefiero reírme de él y no discutir sobre algo en lo que sé que me va a ganar.
- ¡Venga anda sal ya! Sabes que tengo prisa.
Y desde el reflejo del espejo le veo poniéndome ojitos, considerándose sexy. Se da la vuelta, me río, me muerde, sale.
Me ducho y me pongo las sandalias verdes, mis vaqueros cortos y la primera camiseta que pillo. Apenas me quedaban 10 minutos.
Me acerco al dormitorio, le doy un beso y mientras salgo por la puerta grito : "ta lué"
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